Los últimos días en el barco hemos celebrado el festival japonés de verano cuando pasamos el trópico de capricornio. Cantamos y bailamos canciones tradicionales, tocaron percusión tradicional, etc.
También tuvo lugar el ‘ultimo concierto de AYE en el que yo también toqué. Me gustó mucho compartir con ellos los ensayos y el día del concierto, a la gente le gustó. Es que la música es la herramienta más poderosa para unir a la gente, más que los idiomas. No hace falta hablar para sentir. Y es lo que nos pasó a los de AYE y a mí. No hemos pasado mucho tiempo juntos porque yo estoy ocupado con las clases, y sus horarios so diferentes. Pero el hecho de ensayar, tocar juntos, hace que nuestra relación sea tan intensa como la que tienen con los traductores que están todo el día con ellos. AYE es una asociación que dirige Bra K en Soweto. Esta ciudad está cerca de Johannesburgo y es conocida porque representa a barbarie del Apartheid. Fue una ciudad construida para negros que trabajaban en las minas de la zona. Por lo que hasta no hace mucho ha sido una ciudad deprimida por la injusticia social del régimen que separaba a blancos y negros, desde baños hasta piscinas o autobuses. Bra K, ahora un hombre mayor, sufrió esos días, y ya de adulto decidió crear una escuela de música para que los niños y niñas de Soweto, sin oportunidades laborales ni sociales, tuvieran al menos una vía de escape y quizá una profesión. Es lo mismo que hizo carlinhos Brown en Candeal o José Antonio Abreu Anselmi en Venezuela. Las adolescentes que han venido esta vez son Momo (violín segundo), Poppy (viola), Sizelo (chelo) y Dini (viola). Cada una con una historia personal diferente pero siempre cruda. Ahora que ya no están se las echa de menos. Las reuniones, las clases y la preparación de clases ocupan buena parte de los días de barco. En tres días llegamos a Namibia. Nochebuena en el mar, y navidad también , y trabajando L pero bueno, aquí es normal, nos regimos por los días que estamos en puertos como días libres, los días de barco son faena siempre. Y nunca sabemos si es lunes o jueves, sólo sabemos el numero. Navidades en el mar pues. Que lo paséis bien! Os echaré de menos.
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Desayunamos a las 7:30h y después de pasar el control de pasaportes hemos ido a cambiar dinero, en Sudáfrica la moneda se llama Rand. (1 $=10 Rand). Un taxi nos ha dejado en la base de la ruta a la leon’s head mountain a Bjorn, Alda, Jewels, Cilla y a mí. Ha sido muy bonito subir hasta allá arriba y algunos trozos de via ferrata en una vegetación nueva completamente para mí. Una vez arriba hemos disfrutado de las vistas de Ciudad del Cabo, Table mountain y Robben island, la isla que alberga la que fue (hasta 1996) la prisión donde estuvo Nelson Mandela. Incluso hemos visto dos animalillos (no sé como se llaman, pero son mamíferos roedores). Después hemos bajado a la ciudad y hemos comido en un bar con decoraciones cubanas, una hamburguesa bien rica y una Black Label, una de las cervezas locales. Después un paseo por Long Street, la calle principal con tiendas de segunda mano, librerías, tiendas de recuerdos, restaurantes, bares… mucha vida. Mucha vida y la gente más guapa del mundo. Como es una ciudad portuaria y hay tanto blancos como negros, han sacado lo mejor de la genética humana vamos. La arquitectura de la ciudad es muy interesante, es como estar en Nueva Orleans o algún lugar de esa zona. Casas holandesas con forja y madera pintadas de colores, al lado grandes edificios administrativos y todas la calles limpias. Hemos ido a un shisha bar que regenta una mujer kurda y hemos tenido la oportunidad de entrevistarla. Es una refugiada en Sudáfrica, estudió antropología y pertenecía a un grupo de lucha por los derechos kurdos en Turquía. Tuvo que dejar el país por estos motivos y lleva 12 anos en Ciudad del Cabo. Ha sido muy interesante y emocionante que haya compartido sus ideas y sentimientos con nosotros. Después hemos paseado un rato más y de vuelta al barco. Qué pena que tengamos que irnos ya de Ciudad del cabo, es un sitio del que no tenía referencias y me ha encantado. Ojalá vuelva algún día. Yo preparé la port orientation para mi equipo sobre este puerto, cada profesor prepara un informe con info básica sobre uno o dos puertos. Así que ya conocía un poco lo que nos íbamos a encontrar, pero la ciudad superó mis expectativas, y eso que ya eran altas. La mayoría de pasajeros se fue a Sudáfrica a un parque nacional que limita con Mozambique a los safaris. Pero los profesores nos quedamos en Maputo. Lo llamativo de la ciudad es que es una ciudad portuaria de verdad, el puerto está en el mismo centro. A los 3 minutos andando del barco ya estabas en la plaza de los héroes mozambiqueños, con mercados, la estación de tren, y autobuses que vienen de todas partes del país. La plaza está dominada por una gran escultura en memoria de los mozambiqueños que lucharon en la I Guerra Mundial. Hacía calor, las calles, como en la mayoría de países llenas de tierra-polvo, plásticos volando, piedras, agujeros, coches, motos… y gentes guapas con ropas estampadas en mil colores, música por todos lados (coches, tiendas, casas), sonrisas, vendedores de cualquier cosa, el cielo azul y el sol calentando. La Baixa es la zona de la estación con los mercados y el puerto, y después la ciudad va subiendo una colina y se esparce. Llegamos a un centro de formación juvenil/tienda/taller y ahí preguntamos a un señor por una casa de cambios, y dijo que nos acompañaba. Desde el primer momento se le veía que no era el típico que te ayuda y luego te pide dinero. Llegamos a la casa de cambio y la cajera decía que sin pasaporte no nos cambiaba dinero. Le explicamos que éramos del barco de la paz (era el único crucero atracado en puerto, en la ciudad sabían que estábamos) que no nos está permitido sacar el pasaporte bla bla, y nada. Al final Faustino, que es como se llama el señor que nos acompañó, hizo una llamada y alguien le trajo su pasaporte y cambió nuestro dinero con su pasaporte. Después de este favor le invitamos a tomar algo y estuvimos buen rato hablando con él. Bueno, hablaba conmigo y luego yo traducía al resto. En Mozambique hablan portugués, así que yo me divertía inventándome el portugués a través del español, y Faustino me hablaba en portugués. Después vino su secretaria al café y nos dijo que ella nos acompañaba el resto de la mañana donde quisiéramos. Así que tuvimos guía local gratis toda la mañana. Fuimos a correos, un edificio colonial de azulejos, forja y plantas en el patio de luces. Después fuimos con ella a comer a la feira popular, una feria de atracciones en un escampado con casetas de restaurantes alrededor. Comimos guisos de carne con arroz, y un pollo a la brasa buenísimo. Después de ahí, la propietaria del restaurante Manila se ofreció a llevarnos en coche al parque donde Peace Boat organizaba un evento cultural. Fueron en coche pero keiko y yo preferimos ir a pie. Nos despedimos de la secretaria (se me acaba de olvidar su nombre) y fuimos caminando, al poco nos encontramos con el estadio nacional y los pabellones deportivos. Escuchábamos música y decidimos entrar. Estaban jugando a voleibol. Preguntamos a los que estaban al lado quien jugaba y resulta que era el campeonato de los países del sur de África. Jugaban la selección de Mozambique contra Zimbabue. Y los chicos con los que hablábamos eran los jugadores del Zambia. Lo pasamos genial animando a Mozambique, con las músicas que pinchaba el dj en el pabellón, la gente que animaba y bailaba. Ganó Mozambique por cierto. Seguimos la marcha hacia el parque y se me antojó un café, y de pronto pum! cafetería italiana. Así que nos entró la risa y entramos a tomar un café y un trozo de tarta de chocolate que estaba riquísima! Ese barrio de camino al parque era de clase media-alta. Estaba el hospital, el instituto de filmografía, colegios, cafeterías bonitas. Llegamos al parque, que por cierto las señales de los mapas del centro de la ciudad y las de ese parque estaban financiadas por AECID. En el parque ofrecían un evento cultural de intercambio Japón -África. Vimos el ultimo concierto de AYE en colaboración con una escuela de música de Maputo, y después sólo ellos que tocaron un jazz psicodélico muy interesante. Después del concierto me quedé un rato hablando con Mr Bra K., el director de African Young Ensemble. Para cenar decidimos juntarnos Darren, Aurora, Chris, Jewels, Alda, Keiko y Montse y nos fuimos al mercado do peixe. Era bastante caro así que hicimos cena liquida: tres cervezas cada uno. Cerveza Mac-Mahon. De ahí unos en taxi y Keiko, Chris y yo en un rickshaw (es una piaggio con un carromato soldado, una motoreta). El tipo conducía y al mismo tiempo iba cambiando de CD, un reggae buenísimo! Bajamos frente al cinema África porque al lado está el bar África, queríamos bailar música en directo. Y esa noche había sesión de micro abierto, o al menos era que estaban programados tres grupos. Era una mezcla de afro-jazz-rock-folk muy divertida. Después salieron tres bailarinas, madre mía como se movían! Bajamos al puerto a pie y en las calles no había nadie, sólo algún vagabundo y seguridades de las tiendas sentados haciendo la siesta con la cara cubierta con mosquiteras (en Mozambique hay Malaria). A la mañana siguiente fui con Cilla al mercado general a comprar fruta, pan etc y después por La Baixa a ver los puestos. Volvimos al barco a dejar las bolsas de la compra y comí allí un bocata con tomate restregao y sardinas de lata…que bueno me estuvo! Pan de verdad. Por la tarde fuimos a una tienda de internet, pero como yo no traigo ordenador, el chico de la tienda me dejó su portátil personal, y nos puso unas sillas en el patio del bajo. Pero el internet en Mozambique es tan lento, que no podía ni entrar al correo, tenías que esperar un mont’on, as’i que skype imposible. Para gastar los últimos Meticais, fuimos a la cafetería continental a merendar una caracola de crema, y al barco. A las 21h Departure song, cervecitas y a dormir. En este puerto subieron al barco tres African International Students nuevos, Felix, Fernando y otra chica. Se bajan en Ciudad del Cabo, allí dan una conferencia. En la salida de cada puerto siempre ponen la canción de ‘this is gonna be the best day of my life’. La noche del 12 al 13 estábamos tomando una cerveza en la cubierta y planeando la excursión a un parque nacional a unas 4 horas de Toamasina para pasar la noche y hacer rutas. Y de pronto me empezó a doler la barriga y empecé a sentirme mal. Me fui a la habitación, me dejé la mochila preparada y me fui a dormir, pero me pasé la noche haciendo viajes al baño. A la mañana siguiente fui al desayuno para hablar con los compañeros y decirles que no iba a poder ir a la excursión. Me sentía débil, tenía fiebre y seguía yendo al baño demasiado. Aún así, me reconcomía por dentro saber que estábamos en Madagascar y yo malo en el barco, así que me uní al otro grupo de compañeros que iba a pasar el día por Toamasina. Nos metimos en el bus y fuimos del puerto al mercado general. No me vino nada bien tantísima calor, como una ponentá, y el mercado con los olores de las carnicerías, gente por todos lados, muchos niños pobres y madres con bebés pidiendo, polvo. y a los 20min me fui a la parada del bus y me volví al barco. De por sí La ciudad requiere estar bien para poder afrontar la pobreza y el calor, y yo que tenía fiebre y no tenía fuerzas, fue una perspectiva deprimente que al día siguiente conseguí calibrar. Me pasé el día entero durmiendo por el barco. En mi cama, en los sofás, en las tumbonas de cubierta. No tenía fuerzas de nada, ni hambre (qué raro!). Por la noche, cuando llegaron los otros compañeros nos juntamos todos en la habitación de Alda y Key, ellos bebiendo ron y yo en un rincón durmiendo. Al día siguiente me desperté como nuevo, fue un virus de 24h, que después lo ha ido cogiendo toda la plantillas, días de hasta 4 compañeros patas arriba. Nos juntamos Key, Cilla, Bjorn, Jason y yo y nos fuimos a Ivoloina, un centro de conservación de animales a 50min de Toamasina. Nos costó más de una hora encontrar y negociar un taxi que nos llevara y nos esperara para volver, pero al final, de los 60$ que nos pedían por ahí, conseguimos negociar 7$ taxi y 8$ la entrada. (El tour que organizaba la agencia de viajes del barco costaba unos 150$). Fue muy bonito hacer ese pequeño viaje en coche y ver casas, gentes, árboles, motos… Llegamos y al principio me decepcionó porque lo primero que vimos fue 4 lémures en jaulas tipo zoo, pero luego fue muy bonito hacer rutas por los senderos viendo la vegetación tan exuberante y los sonidos de la selva. Después un par de horas de ruta, sólo habíamos visto lagartijas, pero de pronto un grupo de lémures apareció y se quedó unos minutos por los árboles de alrededor. Son muy graciosos en sus movimientos, y parece mentira que de un cuerpecito tan pequeño emitan esos sonidos de jabalí. Volvimos Toamasina y nos fuimos a un restaurante a comer pizza, coca-cola, helado y café. Compré a un vendedor callejero un instrumento tradicional de Madagascar, se llama falía. Es una caña de bambú gorda, con cuerdas metálicas dispuestas alrededor, un arpa cilíndrica más o menos. Las vistas de este puerto ya eran inconfundiblemente africanas. Mauricio es una isla del tamaño de Ibiza que cuenta con una población mestiza: indios, africanos y occidentales. Es la segunda economía de África. En la época colonial sólo exportaba caña de azúcar, como casi todas las islas coloniales de climas templados. Y después supo diversificar su economía produciendo textil, acoge a bastantes turistas y sobre todo creando un buen servicio de banca y finanzas. Además se le considera una de las democracias más sólidas de África. Justamente el día anterior habían sido las votaciones y este día que nosotros estábamos allí era el recuento. Fueron unas elecciones bastante significativas porque estaba en juego la custodia del poder ejecutivo. La coalición de los dos partidos mayoritarios pedía el traspaso del 50% del poder ejecutivo del Primer Ministro al Presidente de la República. Y la coalición del resto de partidos prefería dejar el 100% del poder ejecutivo en manos del Primer Ministro ya que se elige más frecuentemente. De hecho el Presidente lleva en el poder unos 7 años, si además le dan más poder todavía podría ser peligroso para su democracia. Al final ganó la coalición que no quería traspasar poder al Presidente. Al parecer fue un resultado inesperado. Para este puerto tenía una excursión-actividad de las dos que Peace Boat nos paga a los voluntarios. (El precio de la excursión es de 140e). La excursión se llamaba ‘meeting mauritius people’ y efectivamente se trataba de eso, de pasar el día con nativos. Fuimos a Midlands, un pueblo de unos 2000 habitantes en mitad de la isla. Fuimos unas 25 personas, entre los participantes también estaba mi compañero de habitación que hacía el reportaje y la traductora del evento que es del equipo de voluntarios, así que por suerte tuve amiguetes para pasar el día. Llegamos al pueblo y fuimos a casa del presidente de la asociación vecinal que organizaba el encuentro. Mientras los de Peace ball jugaban al futbol (y perdían, como siempre jeje), otros podíamos ver cómo cocinaban las mujeres, ir a ver los huertos, entrar a olisquear por la casa, y hablar con ellos. Peace Ball es el colectivo de jóvenes participantes que a través del fútbol crean lazos con la gente local de cada puerto y les dan materiales deportivos. Generalmente van a escuelas o como este caso a asociaciones vecinales. Fue interesante charlar con ellos y para mí fue muy curioso probar tantas frutas nuevas por primera vez así directamente de los árboles en los huertos. Passion fruit, bell fruit y guayaba. En midlands la población es hindú casi al 100% así que para comer nos prepararon un curro buenísimo. Después sacaron la percusión y pudimos tocar y bailar. Los japoneses empezaron el intercambio cultural y vestían a los de Mauricio con Yukatas (como Kimono) y a las japos las vestían con sharis de la India. Y más tarde todos juntos bailamos Sega, es el baile de la isla. Es como un reggaetón y se baila perreando igual. Después volvimos al barco y Joe (mi compañero), Moe (la traductora) y yo decidimos que estaría bien ir a la playa ya que eran las 16 y hasta las 18.30 no teníamos la hora límite para embarcar. Los trabajadores del barco embarcan a las 18h, los de Peace Boat a las 18.30 y los pasajeros a las 19h. El barco sale a eso de las 20.30h. Negociamos el precio con el taxista (nos pedía 60$ y acordamos 40$ ida y vuelta a la playa). Nos costó una media hora llegar a la playa desde la puerta del barco. Era una playa con el agua muy limpia y la arena blanca finísima, con palmera de cocos y estaba bastante concurrida. Después nos tomamos un café expreso, cuánto echaba en falta tomarme un cafetico bueno! Y un helado. Y ya decidimos volver. Faltaban 40min para la hora de embarcar así que no podíamos entretenernos. Pero no habíamos contado con las celebraciones de las elecciones. Había coches y camionetas colapsando cada rotonda o calle. Estuvimos unos 5 minutos parados en una rotonda sin poder mover. Y el tiempo que pasaba. Nos empezó a entrar el agobio porque no podemos llegar tarde al barco. El taxista al final como nos vio tan apurados corría y corría pasando los semáforos en ámbar y nosotros diciéndole ‘faltan dos minutos por favor!!!’ Le dimos 5$ de propina porque la verdad que hizo lo posible para dejarnos a tiempo, pero al pasar la tarjeta para fichar el reloj del ordenador marcaba las 18:31h. Y el coordinador nos la lió. Para nosotros el tiempo es bastante relativo, sobretodo 1min, para mí (y para vosotros) no es tarde. Pero en la cultura japonesa llegar a tiempo es llegar 5 minutos antes, y desde la hora, si no estás da igual que haya pasado un minuto o veinte “has llegado tarde”. Así que para el siguiente puerto, Madagascar, nos penalizaron con una hora, y tenemos que llegar a las 17:30. Todo el relax de la playa se fue en 31 minutos en un taxi. Los últimos días en el barco hemos celebrado el festival japonés de verano cuando pasamos el trópico de capricornio. Cantamos y bailamos canciones tradicionales, tocaron percusión tradicional, etc.
También tuvo lugar el ‘ultimo concierto de AYE en el que yo también toqué. Me gustó mucho compartir con ellos los ensayos y el día del concierto, a la gente le gustó. Es que la música es la herramienta más poderosa para unir a la gente, más que los idiomas. No hace falta hablar para sentir. Y es lo que nos pasó a los de AYE y a mí. No hemos pasado mucho tiempo juntos porque yo estoy ocupado con las clases, y sus horarios so diferentes. Pero el hecho de ensayar, tocar juntos, hace que nuestra relación sea tan intensa como la que tienen con los traductores que están todo el día con ellos. AYE es una asociación que dirige Bra K en Soweto. Esta ciudad está cerca de Johannesburgo y es conocida porque representa a barbarie del Apartheid. Fue una ciudad construida para negros que trabajaban en las minas de la zona. Por lo que hasta no hace mucho ha sido una ciudad deprimida por la injusticia social del régimen que separaba a blancos y negros, desde baños hasta piscinas o autobuses. Bra K, ahora un hombre mayor, sufrió esos días, y ya de adulto decidió crear una escuela de música para que los niños y niñas de Soweto, sin oportunidades laborales ni sociales, tuvieran al menos una vía de escape y quizá una profesión. Es lo mismo que hizo carlinhos Brown en Candeal o Márquez? (he olvidado el nombre) en Venezuela. Las adolescentes que han venido esta vez son Momo (violín segundo), Poppy (viola), Sizelo (chelo) y Dini (viola). Cada una con una historia personal diferente pero siempre cruda. Ahora que ya no están se las echa de menos. Las reuniones, las clases y la preparación de clases ocupan buena parte de los días de barco. En tres días llegamos a Namibia. Nochebuena en el mar, y navidad también , y trabajando, pero bueno, aquí es normal, nos regimos por los días que estamos en puertos como días libres, los días de barco son faena siempre. Y nunca sabemos si es lunes o jueves, sólo sabemos el numero. Navidades en el mar pues. Que lo paséis bien! Os echaré de menos. En este puerto los profesores teníamos que “trabajar”. La actividad se llamaba ‘Get Challenge Singapour’ y consistía en ser el mediador de un grupo de estudiantes durante el día en Singapur e intentar que utilizaran el inglés para comunicarse entre ellos y con la gente de la ciudad. A mí me tocó un grupo con cuatro jubilados que ya habían estado en Singapur unas cuatro veces, así que ellos me guiaban a mí. Tomamos un té en el centro comercial del puerto para planificar la ruta del día. Fuimos a Orchiard Road, pero podría llamarse Fifth avenue, Oxford Street, Shibuya o cualquiera de esas calles que son iguales en todas las grandes ciudades: centros comerciales uno detrás de otro.
Después fuimos a Little India. Paseamos por los mercadillos callejeros, y entramos al templo y casualmente estaban en mitad de una ceremonia. Para mí fue muy significativo ya que me transportó a mi India, a mi Tamil Nadu de los templos, las flores, los inciensos, los colores, las miradas. Aunque mis estudiantes estaban un poco incómodos, se sentían inseguros y enseguida se quisieron ir. No quiero que suene raro, pero me dio la impresión de que los sacas de la burbuja de confort que es Japón, y se cortocircuitan y no saben cómo actuar. La idea era comer en Little India, pero decidimos ir a Chinatown. A parte de unos jardines bien bonitos, Chinatown es el ‘todo a 100’ de Singapur. Lleno de puestos de suvenires y cosas de plástico baratas. Comimos en una planta baja de la estación de metro que estaba llena de restaurantes chinos bien ricos y después paseamos y nos tomamos un helado en una terraza mientras íbamos de camino al Merlion. Es la estatua representativa de la ciudad, y es bastante fea: es una sirena+león que tira un chorro de agua a la bahía de la ciudad. Pero es una buena excusa para pasear por la zona moderna de la bahía, llena de rascacielos, hoteles y jardines. De allí volvimos a la terminal del puerto y junto con los compañeros nos fuimos a tomar unas cervezas y a usar wi-fi. De Singapur me encantó la mezcla cultural: conviven tamiles (indios), malayos, chinos y occidentales. Además esa mezcla se refleja en la arquitectura; cuando sales del metro en Little India, estás en la India (con las calles limpias y sin vacas), cuando vas a chinatown, puedes imaginar una calle comercial en Beijing, y en la bahía o las otras zonas comerciales es como estar en occidente. Todo en la misma ciudad. Y en la gastronomía también puedes disfrutar de esta interculturalidad. Un aspecto que no me gustó mucho fue la lista interminable de reglas y cosas prohibidas que anulan la espontaneidad o la creatividad de todas esas culturas que forman Singapur. Al entrar al metro hay un panel con señales de ‘prohibido’ que si lo lees todo pierdes el metro. No significa esto que para poder convivir se tengan que crear reglas tan estrictas, porque por ejemplo en Isla Mauricio también viven diferentes culturas, y no tienen reglas para todo. Lo que sí es cierto es que los países con mezcla cultural son más prósperos económica y culturalmente. Singapur es uno de los centros mercantiles más importantes de Asia, e Isla Mauricio es la segunda economía de África después de Sudáfrica. |
Carlos:Viajero, educador, contador de historias y siempre un aprendiz. Archivos
April 2018
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