Las vistas de este puerto ya eran inconfundiblemente africanas. Mauricio es una isla del tamaño de Ibiza que cuenta con una población mestiza: indios, africanos y occidentales. Es la segunda economía de África. En la época colonial sólo exportaba caña de azúcar, como casi todas las islas coloniales de climas templados. Y después supo diversificar su economía produciendo textil, acoge a bastantes turistas y sobre todo creando un buen servicio de banca y finanzas. Además se le considera una de las democracias más sólidas de África. Justamente el día anterior habían sido las votaciones y este día que nosotros estábamos allí era el recuento. Fueron unas elecciones bastante significativas porque estaba en juego la custodia del poder ejecutivo. La coalición de los dos partidos mayoritarios pedía el traspaso del 50% del poder ejecutivo del Primer Ministro al Presidente de la República. Y la coalición del resto de partidos prefería dejar el 100% del poder ejecutivo en manos del Primer Ministro ya que se elige más frecuentemente. De hecho el Presidente lleva en el poder unos 7 años, si además le dan más poder todavía podría ser peligroso para su democracia. Al final ganó la coalición que no quería traspasar poder al Presidente. Al parecer fue un resultado inesperado. Para este puerto tenía una excursión-actividad de las dos que Peace Boat nos paga a los voluntarios. (El precio de la excursión es de 140e). La excursión se llamaba ‘meeting mauritius people’ y efectivamente se trataba de eso, de pasar el día con nativos. Fuimos a Midlands, un pueblo de unos 2000 habitantes en mitad de la isla. Fuimos unas 25 personas, entre los participantes también estaba mi compañero de habitación que hacía el reportaje y la traductora del evento que es del equipo de voluntarios, así que por suerte tuve amiguetes para pasar el día. Llegamos al pueblo y fuimos a casa del presidente de la asociación vecinal que organizaba el encuentro. Mientras los de Peace ball jugaban al futbol (y perdían, como siempre jeje), otros podíamos ver cómo cocinaban las mujeres, ir a ver los huertos, entrar a olisquear por la casa, y hablar con ellos. Peace Ball es el colectivo de jóvenes participantes que a través del fútbol crean lazos con la gente local de cada puerto y les dan materiales deportivos. Generalmente van a escuelas o como este caso a asociaciones vecinales. Fue interesante charlar con ellos y para mí fue muy curioso probar tantas frutas nuevas por primera vez así directamente de los árboles en los huertos. Passion fruit, bell fruit y guayaba. En midlands la población es hindú casi al 100% así que para comer nos prepararon un curro buenísimo. Después sacaron la percusión y pudimos tocar y bailar. Los japoneses empezaron el intercambio cultural y vestían a los de Mauricio con Yukatas (como Kimono) y a las japos las vestían con sharis de la India. Y más tarde todos juntos bailamos Sega, es el baile de la isla. Es como un reggaetón y se baila perreando igual. Después volvimos al barco y Joe (mi compañero), Moe (la traductora) y yo decidimos que estaría bien ir a la playa ya que eran las 16 y hasta las 18.30 no teníamos la hora límite para embarcar. Los trabajadores del barco embarcan a las 18h, los de Peace Boat a las 18.30 y los pasajeros a las 19h. El barco sale a eso de las 20.30h. Negociamos el precio con el taxista (nos pedía 60$ y acordamos 40$ ida y vuelta a la playa). Nos costó una media hora llegar a la playa desde la puerta del barco. Era una playa con el agua muy limpia y la arena blanca finísima, con palmera de cocos y estaba bastante concurrida. Después nos tomamos un café expreso, cuánto echaba en falta tomarme un cafetico bueno! Y un helado. Y ya decidimos volver. Faltaban 40min para la hora de embarcar así que no podíamos entretenernos. Pero no habíamos contado con las celebraciones de las elecciones. Había coches y camionetas colapsando cada rotonda o calle. Estuvimos unos 5 minutos parados en una rotonda sin poder mover. Y el tiempo que pasaba. Nos empezó a entrar el agobio porque no podemos llegar tarde al barco. El taxista al final como nos vio tan apurados corría y corría pasando los semáforos en ámbar y nosotros diciéndole ‘faltan dos minutos por favor!!!’ Le dimos 5$ de propina porque la verdad que hizo lo posible para dejarnos a tiempo, pero al pasar la tarjeta para fichar el reloj del ordenador marcaba las 18:31h. Y el coordinador nos la lió. Para nosotros el tiempo es bastante relativo, sobretodo 1min, para mí (y para vosotros) no es tarde. Pero en la cultura japonesa llegar a tiempo es llegar 5 minutos antes, y desde la hora, si no estás da igual que haya pasado un minuto o veinte “has llegado tarde”. Así que para el siguiente puerto, Madagascar, nos penalizaron con una hora, y tenemos que llegar a las 17:30. Todo el relax de la playa se fue en 31 minutos en un taxi.
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Carlos:Viajero, educador, contador de historias y siempre un aprendiz. Archivos
April 2018
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