El pasado 17 de abril de 2018 tuve el privilegio de presentar el documental en una de las sesiones del Programa 'Sociedad Escéptica' en el mejor campus de institutos de New Jersey, fundado en 1848.
Compartí una parte de mi historia y un trailer del documental "Voces de tierra, un viaje a bordo del Barco de la Paz" para inspirar a los estudiantes y profesores. Además pude pasarme por las clases del departamento de idiomas y conocí a más estudiantes y profesores. Deliciosa comida y gente elegante en la impresionante cena de gala. Compartí mesa con el señor Martin Miller, el fundador del Programa 'Sociedad de Escépticos'; el Señor James Youngelson, donante principal del programa; y algunos estudiantes destacados. La conferencia fue seleccionada como la 53º clase de James Youngelson sobre Ética y Responsabilidad.
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En febrero regresé a casa, a la UJI, donde crecí de 2003 a 2008. Pero esta vez fui para compartir mi experiencia de los últimos años en educación experiencial e interculturalidad con los estudiantes del máster de paz.
Esta presentación del documental era parte de la programación del Seminario Intercultural del máster internacional de estudios de paz, conflictos y desarrollo, organizado por la Cátedra UNESCO de filosofía por la paz en la Universitat Jaume I de Castelló. Tras el visionado del documental en la sala de grado tuvo lugar un debate y puesta en común. Fue muy interesante para mí el intercambio de conocimiento con los estudiantes. Yo les hablé de la praxis y ellos de la epistemología; dos perspectivas de la cultura de paz que hicieron que esta sesión educativa fuera muy fructífera y enriquecedora. Hacía tiempo que no estaba inmerso en un entorno tan diverso, con personas venidas de todos los continentes. Me hicieron sentir muy cómodo. El puente de diciembre viajé a Madrid, ciudad donde viví en 2008 y 2011.
La sesión educativa tuvo lugar esta vez en 'Aleatorio', el bar cultural del barrio de Malasaña. Fue la sesión más informal hasta ahora. Una buena excusa para reunir a amigos que hacía mucho que no veía, conocer a gente del Barco de la Paz que está en Madrid y compartir con todos ellos el proyecto y de paso contarnos mientras tomamos una cañas. Fue María Vañó la encargada de presentar al público esta sesión y contar su implicación con el proyecto en la producción del documental. Un placer compartir estas voces del sur en lucha, en un lugar donde las voces suelen hablan en verso sobre historias de vida y amor. Es agosto y Siete Aguas, mi pueblo, es una fiesta. Es el destino vacacional por excelencia del interior de València. Los paseantes, las golondrinas, la música, las cenas a la fresca... y tengo el honor de hacerme un hueco en la apretada agenda de verano para estrenar aquí, donde mi cordón umbilical está arraigado, el proyecto en el que hemos estado trabajando durante este último año.
¿Por qué era muy importante para mí este estreno en Siete Aguas? Porque cerraba un ciclo. -¿Para qué quieres que yo hable ante tu cámara? era la pregunta que me hicieron casi todos los entrevistados que aparecen en el documental. Yo les decía que era para montar un documental con todas las historias y testimonios y así poder compartirlo con mi comunidad, mi pueblo, mi gente. sentía que necesitaba ofrecer algo a cambio al lugar donde yo crecí, y que ha hecho que hoy en día sea como soy. Y con este estreno cumplía mi palabra con los entrevistados: su voz se oiría en el hemisferio norte; y yo ofrecí algo de vuelta a mi comunidad. Fue el pasado jueves día 17 en el salón de la Sociedad Musical La Paz, el escenario donde tantas veces hemos actuado y aprendido con la banda, el coro o el teatro. Tuve la suerte de estar acompañado en el estreno de grandes amigas y amigos: Kay Makishi – intérprete voluntaria en el viaje global nº 86 Andrea Abellán – profesora voluntaria en el viaje global nº 91 Daniel Tomàs – realizador del documental Marta Soriano – coordinadora de la música original del documental José R. Palacios - técnico de imagen y sonido para el evento Antes del visionado del documental hicimos una introducción donde cada uno de los ponentes compartía experiencias de trabajo que generan cultura de paz. Kay nos asombró con su aventura en solitario durante cinco meses recorriendo la Ruta de la Seda en bicicleta. Su proyecto es: "5000 millas, 5000 sonrisas por la paz". Andrea y yo contextualizamos la misión del Barco de la Paz y hablamos de nuestra experiencia como voluntarios a bordo de esta nave que surca los mares del planeta tres veces al año. Daniel compartió su experiencia como productor durante este intenso año en el que hemos editado el documental que fue una idea original de él. Pero lo más emocionante fue cuando nos trajo su testimonio como voluntario en los campos de refugiados de Tesaloniki, Grecia en el proyecto de Comunitat Eko. Por último Marta habló del proceso compositivo y de grabación de la banda original del documental y de cómo a través de las artes escénicas se genera un espacio de paz y se puede evocar y empoderar. Después del visionado, que nos llevó alrededor del mundo sin salir del teatro, hubo una puesta en común de ideas, emociones, reflexiones. Al finalizar, el ayuntamiento de Siete Aguas obsequió a los ponentes con un diploma y un vino local. Lo mejor: los abrazos recibidos que clausuraron el estreno. Con lágrimas en los ojos y abrazándonos, despedimos al barco que fue nuestra casa y escuela durante 105 días. Ahora a explorar Japón. El contexto real de la sociedad en la que he estado inmerso en este viaje. ARIGATO! Fueron los colonos europeos los que dividieron el Pacífico en las regiones que hoy conocemos: Polinesia (muchas islas), Micronesia (islas pequeñas) y Melanesia (islas negras). La isla de Guadalcanal pertenece al país Islas Salomón. Nombrado así por los exploradores españoles que salieron desde Perú siguiendo la idea de los mayas de que al oeste hay unas islas pobladas por gentes negras con mucho oro. Cuando llegaron, pensaron que el templo de oro del Rey Salomón descrito en la biblia se encontraba aquí. Al bajar del barco nos recibía un grupo de músicos locales que tocaban flautas de Pan gigantes y unos instrumentos de percusión de bambú también. Nos tomamos un zumo en una cafetería cerca del puerto con la amiga de Keiko. Keiko es una compañera del barco, su padre es japonés y su madre de Papúa Nueva Guinea (Melanesia). La amiga es de aquí de Guadalcanal. Después fuimos al mercado general. Observar a la gente en los mercados es de lo que más me gusta. Mucho reggae, pies descalzos (estamos en una isla tropical) mucha sonrisa y esos rasgos tan de aquí que son muy exóticos para cualquier occidental. Creo que junto con Madagascar es el país con más pobreza que hemos visitado. Después fuimos a la galería de arte municipal. Había una muestra de artistas locales y una muestra de la historia de los isleños secuestrados para trabajar en los campos de cania de azúcar en Queensland, Australia. Los colonos europeos, como siempre haciendo barbaridades allá por donde van en tierra ajena. Después visitamos en museo nacional donde aprendimos de la historia de las islas, especialmente de cómo se vieron involucrados en una Guerra Brutal en sus propias casas así sin querer. Una guerra entre EEUU y Japón, que decidieron luchar en estas islas por su localización. Fue la guerra del Pacífico en la II Guerra Mundial. Todavía hoy se pueden ver cascos de buques de guerra semi-hundidos por las playas de la isla. Estuvimos un rato charlando con la mujer de la tienda del museo y ella nos llamó a un taxi para ir a una playa que nos recomendaron. Al lado de la carretera había puestos con barbacoas (hechas con bidones) donde torraban pescado y pollo. Nos sirvieron en un plato-cuenco hecho con una rama de palmera una ración de arroz y un pescado. Nos lo comimos al lado del mar en un chambao que había. Después de nadar y explorar la playa nos tomamos unas cervezas SolBrew, la cerveza local. Desde el viaje al sur de La India que no experimentaba la otredad que viven los locales cuando ven a alguien diferente. Es esa mirada entre la sorpresa y la vergüenza. El sentirte observado y notar que hablan de ti simplemente porque eres diferente. Todo el mundo debería sentir lo que significa ser minoría étnica en un grupo para después poder empatizar con esas minorías cuando se es mayoría. En la isla de Guadalcanal hubo en los años 2000 un conflicto violento muy fuerte entre los isleños y sus compatriotas de la isla de al lado que vinieron aquí en busca de una vida mejor. Los locales se sintieron atacados porque pensaron que su estabilidad se vería afectada si se masificaba la isla. Este conflicto hizo que el poco turismo que recibía la isla, se acabara. Peace Boat ha sido uno de los primeros grandes cruceros en parar aquí después del conflicto. Por eso todo el mundo sabía que veníamos. Al menos un puerto en el que la aglomeración que generamos va a empujar un poquito la economía local del sector turístico. A la vuelta, mientras el público local observaba el espectáculo de los japonesicos comprando en los mercadillos que habían montado para la ocasión al lado del puerto, entrevisté a un hombre que empezó una conversación con nosotros. Era un profesor de primaria en una escuela de un pueblo de aquí en Guadalcanal. Fue interesante hablar con él. Al dejar Honiara tuvo lugar la última ceremonia de despedida. Esta, al ser la última fue a lo grande, como cuando dejamos Yokohama hace ya unos 100 días. Cava, confeti, música y baile. Últimos días ya encaminados a Yokohama de nuevo, el viaje se acaba y es tiempo de reflexionar, de limpiar, de abrazar a gente que probablemente nunca volvamos a ver. Nos recibían en la terminal de la isla unos viejitos tocando música tradicional. Contratamos una excursión Joe, Cilla, Montse y yo. Nos bañamos con tiburones, dimos de comer a las manta-raya, nos dimos un masaje de arena, buceamos en el “coral graden” rodeados de cientos de peces de colores, corales de colores eléctricos. ¡Qué maravilla! De ahí, Aru, el conductor de la barca, nos llevó a una isla de unos 200m² donde vive su tío en un chambao. Abrió una sandía y troceó unos plátanos y los comimos disfrutando de las vistas. De ahí nos dio la vuelta a la isla principal y nos iba hablando de lo que veíamos: hoteles de lujo básicamente. Le pregunté y me dijo que dejan en impuestos en la isla el 20% de los beneficios. También nos señaló un cañón y un búnker de la II Guerra Mundial. Como dijo Montse “La de mierda que ha visto esta isla”. Entre la guerra, la colonización y las pruebas nucleares… el paraíso se llenó de mierda. De Pape'ete y la isla de Tahití puedo hablar bien poco porque pasamos el día en la isla de al lado: MOOREA. Playa, bucear con los peces de colores, y buscar, abrir y comer cocos mientras ojeábamos un libro de tatuajes tradicionales polinésicos.
Pasamos el día con Eric, un californiano de origen mexicano que conocimos por la calle en Pape'ete y se vino a pasar el día con nosotros a este paraíso radioactivo. De Perú a Rapa Nui tuvimos como experto invitado (mizuan) a Sergio, un rapa nui que trabaja en el departamento de conservación de flora del parque nacional Rapa Nui, además forma parte del grupo de avistación de aves, del grupo de canoas tradicionales, y es miembro de la ONG Toki para la conservación de la cultura local. La verdad que sus charlas estaban serían más entendibles en un congreso de flora o fauna, pero para un público general se hacían muy pesadas. La gente estaba más interesada en aspectos culturales que no en especies endémicas. De todos modos el tipo era agradable y siempre un gusto compartir con él una birra o un bol de rame. En este trayecto ha empezado el último semestre de clases y tengo menos intensivas (me quedan 5) y menos clases abiertas (me queda sólo una más!). Así que tengo más tiempo libre para asistir a conferencias, talleres, ir a la piscina, etc. El otro día di por fin mi charla sobre tipos de violencia y modelos de paz en las favelas de Brasil. Fue un proyecto de la universidad que hice con mi compañero de clase Sergio para la clase ‘discursos audiovisuales y cultura de la paz’ en la UJI. Ahora de Rapa Nui a Papeete tenemos a Gabi (58 años), un activista por la cultura polinesia que no explicará más sobre la historia reciente de Rapa Nui y Tahití. Ayer cenamos con él y el tipo es muy auténtico. Es un lujo conocer a un personaje tan influyente en la región del Pacífico. Fue el primer indígena polinesio en sacarse un doctorado. Da conferencias en la ONU, ha tenido reuniones con presidentes de EEUU, con Mandela, con el Dalai Lama. Siempre con su sonrisa, su pareo y sus pies descalzos (nunca lleva zapatos, ni en la ONU). Es bastante pesimista sobre el futuro de Rapa Nui. No entiende por qué ellos mismos se aíslan en lugar de reconstruir sus lazos con la región polinesia, que es donde Rapa Nui pertenece culturalmente. Nos contaba que el año pasado fue con el presidente de Nueva Zelanda a Rapa Nui para ofrecer becas y crear una conexión con los estudiantes para que a partir de ahora en lugar de estudiar en Valparaíso o Santiago de Chile fueran a las Universidades de Nueva Zelanda, donde se puede estudiar la cultura Maorí (polinesia). Dice que nadie se presentó a la reunión. Nos contaba también cómo en cinco años en la isla los rapa nui han pasado de ser mayoría a minoría. El gobierno de Chile quiere poco a poco ‘chilenizar’ la isla y acabar con la cultura milenaria rapa nui. “Y ellos mismos no se dan cuenta”. Gabi aboga en a largo plazo por la independencia de la isla respecto al estado chileno, y a un corto plazo por la autonomía, que puedan tener un gobierno local. Cada año la Isla de Pascua recibe 75.000 turistas, y los isleños son 5000. Podrían sólo con el turismo ser independientes y ricos. Pero el dinero se va a Chile y bien poco les retorna. “Pero a ellos les da igual, no saben ni cuánto dinero se va, ni cuanto vuelve, sólo les interesa bailar y el ukelele”. Decía con frustración. Nosotros le decíamos que debería buscarse un socio local, rapa nui, para reeducar allí a los isleños, no ‘el que es un extraño para ellos. Y que quizá con el tiempo volverían a buscar sus raíces polinésicas y serían ellos mismos los que demandaran su autonomía. Pero no hay tiempo, el gobierno chileno trabaja ya en la otra dirección. Las islas de la Polinesia todavía son colonia francesa, pero gracias a la presiones de Hiti Tau (la ONG que fundó Gabi) ante la ONU, ésta las ha incluido en los territorios que deberían descolonizarse en los próximos años. Gabi fue el primer activista en organizar protestas contra las pruebas de bombas nucleares de Francia en la Polinesia, la última fue en 1995. Como protesta quemaron el aeropuerto de Papeete, la conexión principal de Francia con su colonia. Los tres campos de acción de Hiti Tau son la lucha antinuclear, la independencia de la Polinesia y la recuperación de la cultura y economía local Maorí. Esta tarde es su primera conferencia. Entre tanto está habiendo un montón de talleres y charlas sobre gestión del tiempo, acortar la brecha entre tu vida ideal y tu vida diaria, conservación de tiburones y océanos, modelos educativo alternativos en el mundo, identidad, etc. Un lujo tener el tiempo y el espacio para poder repensar sobre estos temas. {Nota: Rapa Nui es el nombre de la isla, de los isleños y de la lengua}.
El barco estaba anclado frente a la isla el 4 y el 5 de febrero y se hicieron dos grupos de gente para visitar la isla. Un grupo un día y otro grupo otro día. Los voluntarios estábamos en el segundo día. Así, que el primer día lo pasamos de la piscina al jacuzzi con vistas a la Isla de Pascua. La noche del 4 subió al barco un grupo de jóvenes rapa nui. No son profesionales pero lo hacen muy bien. Tocaron y bailaron música tradicional rapa nui en el teatro del barco. A la mañana siguiente, en el desayuno, no juntamos con Ana y Kia. Ana nos hizo una pequeña sesión reiki con cuencos tibetanos. A las 11h nos tocaba bajar a la isla. Como un explorador, como en Jurassic Park, así es como se siente uno cuando llega a la Isla de Pascua. Llegamos a la isla como lo hicieron los primeros pobladores, por la playa de Anakena. La isla tiene aeropuerto, que por cierto, ha sido bastante impactante para ellos de pronto tener ese flujo de gente. Para bien y para mal. Turismo es l nueva espada de doble filo. Como decía, la isla tiene aeropuerto pero no tiene puerto. Peace Boat atracó frente a la playa, y las barcas de los pescadores venían a buscarnos para acercarnos a la orilla de la playa. En la misma playa de arena blanquecina las palmeras, el sol y un altar con Moais nos recibían. De ahí acordamos con Luis, un joven taxista local, que por 140dolares lo teníamos con nosotros todo el día. Normalmente ese el precio que cobran por un turista, no por cinco. Pero la gente se embelesa cuando les contamos nuestra historia. Fuimos Chris, Gustavo, Ian, Alda y yo de excursión por la isla. El lugar que más me impresionó fue la cantera RanoRaraku donde se pueden ver Moais a mitad de esculpir, y otros medio enterrados. Es un lugar misterioso entre mágico, por l soledad de esas caras semienterradas, y real, como si los trabajadores se hubiesen ido a almorzar y hubiesen dejado la faena a mitad. Desde la cantera se ven los 15 Moais de Tongariki. Mientras comimos una empanada gigante de atún y queso, vimos el inicio de la competición de surf dentro del festival anual de Rapa Nui. Es surf tradicional, primero compiten a nado imitando a las tortugas, y después surfean con la embarcación tradicional que es como un manojo de cañas atadas. Los competidores, todos tatuados con motivos polinésicos, con el moño, el tanga tradicional y las piernas untadas con barro. Tuvimos tiempo a final del día de bañarnos en Anakena. Volvimos otra vez en barca al barco. NOTAS SOBRE RAPA NUI: Rapa Nui es la isla habitable más remota del mundo. Chile está a 3700Km y las islas Pitcairn a 2100Km. Tiene 106 Km2 en forma triangular, y 887 Moais repartidos por las costas de la isla. La isla, junto con Hawaii y Nueva Zelanda forma el triángulo polinésico. Se calcula que los primeros pobladores llegaron en el año 900 dC a esta isla con bosques subtropicales, y el explorador holandés encontró la isla el día de Pascua (5 de abril) de 1722 yerma y seca. Esa era la primera vez que los Rapa Nui tenían contacto con otra cultura. Eso es lo que los ha hecho tan auténticos: el aislamiento. Los Moai son esculturas de unos 4 metros (el más grande mide 21m) y pesan unas 10 toneladas, que representan a antepasados de altolinaje de los clanes de isla. Se asientan sobre Ahu, los altares, que pueden pesar de 300 a 900 toneladas. La isla se dividía en 12 clanes que se repartieron el territorio de costa a interior como un pastel. Entre clanes se competía por ver cual tenía más moais en su territorio. Dado el tamaño y el número de deAhu y Moais, la labor de construirlos aumentó un 25% las exigencias alimentarias d la población durante los 300 años de construcción principal. Se requería alimentar a los constructores, y además se necesitaban muchas sogas y tronco para el transporte y montaje de las esculturas. Esto, junto con las características geográficas y climáticas de la isla, causaron la deforestación. Es increíble que el fervor religioso y la competencia lleven al autosuicidio de una sociedad. En 1838, cinco agujereadas canoas se acercaron a un barco francés y los Rapa Nui repetían ‘Miru’. Es el nombre de la madera con la que los polinesios construían sus canoas. La falta de madera produjo un cambio total en los usos y costumbres de la sociedad Rapa Nui, hasta el punto de llegar al canibalismo. Sin canoas no podían pescar atunes. La crisis social llevó a un levantamiento militar que derrocó el poder de jefes y sacerdotes, y con ellos cayó la antigua religión. Los clanes rivales, ahora en lugar de competir por construir más Moais, se dedicaban a tumbar los d los clanes rivales. Cuando en 1774 el capitán Cook llegó a Rapa Nui encontró a unas “gentes pequeñas, enjutas tímidas y pobres”. En 1868 no quedaba ni un Moai en pie. Los propios isleños destruyeron la obra de sus antepasados. Ahora el orden político se llevaba a cabo mediante la ceremonia del hombre pájaro. La última ceremonia se celebró en 1867. En 1862 un barco d esclavos peruano raptó a 1500 isleños. En 1864 y 1870 hubo epidemias de viruela traídas por los occidentales a la isla. En 1872 quedaban en Pascua 111 isleños. De los 30000 que hubo en su momento culminante. En 1870 comerciantes europeos llevaron ganado ovino a la isla y reclamaron la propiedad de la tierra. En 1888 el gobierno de Chile se anexionó la isla y una empresa escocesa con sede en Chile gestionó el ganado. Confinó a los isleños en una aldea y los obligó a trabajar para la empresa a cambio de productos, no de dinero. El suelo de la isla se sigue empobreciendo por el pastoreo. En los 60 la isla recobra el orgullo cultural y se estimula la economía turística. He explicado todo esto de las fechas para ver que realmente los cambios han tenido lugaral final del s.XIX, y XX, hace nada. Por eso llegar a la isla todavía hoy, es como volver a explorarla y puedes ver cómo el trabajo de recuperación de lo autóctono todavía está en proceso y es muy incipiente. Hay programas de reforestación, en el 2000 se empezó a enseñar rapa nui en la escuela, se educa a la juventud en valores tradicionales, etc. Para saber más de Rapa Nui os recomiendo leer el capítulo 2 del libro ‘Colapso’ de Jare Diamond. El capítulo se llama “Crepúsculo en Rapa Nui”. |
Carlos:Viajero, educador, contador de historias y siempre un aprendiz. Archivos
April 2018
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