Nos recibían en la terminal de la isla unos viejitos tocando música tradicional. Contratamos una excursión Joe, Cilla, Montse y yo. Nos bañamos con tiburones, dimos de comer a las manta-raya, nos dimos un masaje de arena, buceamos en el “coral graden” rodeados de cientos de peces de colores, corales de colores eléctricos. ¡Qué maravilla! De ahí, Aru, el conductor de la barca, nos llevó a una isla de unos 200m² donde vive su tío en un chambao. Abrió una sandía y troceó unos plátanos y los comimos disfrutando de las vistas. De ahí nos dio la vuelta a la isla principal y nos iba hablando de lo que veíamos: hoteles de lujo básicamente. Le pregunté y me dijo que dejan en impuestos en la isla el 20% de los beneficios. También nos señaló un cañón y un búnker de la II Guerra Mundial. Como dijo Montse “La de mierda que ha visto esta isla”. Entre la guerra, la colonización y las pruebas nucleares… el paraíso se llenó de mierda.
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Carlos:Viajero, educador, contador de historias y siempre un aprendiz. Archivos
April 2018
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